martes, 27 de abril de 2010

¿Eres del montón?

No sé si has reflexionado sobre la primera foto que te presenté, en mi estreno con el blog.

No sigas leyendo si quieres seguir siendo del montón. Si el lunes, desde que empiezas a trabajar, sólo estás obsesionado en que llegue el viernes.

“Aquí todos somos necesarios, pero nadie es imprescindible”, oyes con demasiada frecuencia. Es la escuela de los mediocres. La escuela donde se aprende a obedecer sin rechistar, la escuela de los “estómagos agradecidos” y la del “no muerdas la mano que te da el pan”, la escuela de los que no se arriesgan, de la conformidad, del nunca llevar la contraria, de no aportar ideas, de no complicarse la vida, ¡total, para qué, si te pagan lo mismo...!

Y pasan los años y acabas siendo una sombra de ti mismo, te han hecho perder la ilusión con la que empezaste y te has puesto en manos de expertos burócratas, violentos trepadores y trepadoras, a tu costa.

Cada día que amanece es una oportunidad para mejorar tú mismo y lo que te rodea. Cada día es un día para celebrar, para disfrutar realmente con lo que haces, sean cosas grandes o pequeñas. Éstas, las más.

No pienses que tu jefe es el centro. Es una parte del bando, la que manda. La otra, los que trabajan. Pero desde hace años tenemos a los “ejes”, en palabras de Seth Godin. “El 'eje' es un individuo que puede meterse en el caos y crear orden, alguien capaz de inventar, conectar, crer y hacer que pasen cosas”, continúa Godin. Verdaderos agentes de cambio y progreso. Perfiles únicos.

Quizá has dejado de luchar y tienes un empleo de bajo riesgo y mucha estabilidad. Te engañas y nos engañas, porque te conviertes en una pieza de fácil recambio. Te conviertes en cómplice de una burda manipulación de aquellos que dicen llevar las riendas de una maquinaria sólo porque alguien -un amigo, siempre un amigo- les puso allí, quizá con un máster, que parece el “master universal” capaz de resolver cualquier problema e iluminar perpetuamente la inteligencia de quienes lo han realizado.

Un día quizá te “cataloguen”. Otro día quizá te descatalogarán. Los mismos a quienes nadie se atreve a decirles ¡basta!. ¿Jefes contra empleados? Empresa muerta. ¿Trabajar en la misma dirección? Sí, se puede, pero quizá haya que echar no a los empleados, sino a tantos y tantos jefes absolutamente incompetentes.



martes, 13 de abril de 2010

¿Planes estratégicos?

Hace muchos años me pidieron opinión sobre el plan estratégico de una Dirección General que acababa de empezar en Madrid. Era fruto de varias semanas de trabajo y de un último empujón de unos días en un pueblo del Pirineo aragonés. Allí se reunieron los directivos y sus asesores con expertos en Administración, de una especie de “consultoría”.

Volvieron felices y relajados y con la propuesta en la mano, con ganas de empezar a trabajar, y me dieron unos folios para que los analizara. Tardé minutos en contestar. ¡Enmienda a la totalidad!, respondí. Decepción en la sala. Faltaba lo esencial: lo intangible. Se hablaba de estrategias, pero faltaban las intrategias, las intrategias estructurales y las intrategias sobre las personas.

Allí había planes pero en ningún momento se hablaba de las personas que podían realizarlos. Como si la Administración existiera... y realmente la Administración no existe, yo por lo menos no la he visto en ningún sitio, sólo existen las personas que hacen las cosas. Si, he visto edificios, ladrillos, muebles, ordenadores... pero es la gente la que mueve las cosas, y en ese plan estratégico para nada se hablaba de personal, de promoción de las personas, de saber que la empresa es uno de los principales instrumentos de realización de las personas.

Han pasado varios años, y veo a la gente quemada, descontenta, a remolque. Pérdida de motivación, comunicación inexistente, canto de sirenas de un trabajo que se prometía transversal cuando nadie sabe trabajar en equipo... ni quiere aprender porque está viendo cómo los mismos de siempre se ponen las medallas a costa de los curritos de turno que sacan de verdad adelante el día a día, en mil cosas pequeñas y también grandes, que son las menos, pero también.

Trabajo a tirones, a zancadas, cuando recuerdo ahora unas palabras de Jesús M. Alemany, en el título de un artículo que publicó en el Heraldo de Aragón el pasado domingo: “Grandes sueños, pequeños pasos”. ¿Sacar proyectos a cualquier precio? ¿Trabajos de última hora, con la urgencia del último minuto porque ha existido una brutal falta de planificación, una improvisación que está destrozando a todos y no lleva a ninguna parte? Intrategia, cuidar a los de dentro, y todo irá luego sobre ruedas. Lo demás, canto de sirenas.